(Por Rodrigo Rojas Foncillas, socio consultor de Beside® Consultores)
Las personas tenemos creencias, juicios y expectativas en relación a la vida que tenemos, que llevamos y por supuesto, a las relaciones que construimos con otros. Estas creencias nos llevan a realizar -ejecutar- determinadas conductas; conductas que son observables y que, precisamente son la expresión de cómo miramos y vivimos nuestra realidad. Si creemos, por ejemplo, que todos los jefes son malos lo más probable es que confirmemos nuestra creencia sobre el rol en cada momento y oportunidad que tengamos: “¿Viste?, pasó al lado mío y ni me saludó”, “acabo de llegar de mi licencia médica y ni me preguntó cómo estaba”, “estuve con mi hijo en la clínica y ni siquiera supo”, “todos me felicitaron por la presentación menos él”. En fin. ¿Les suena conocido?
Es tremendamente agotador sentir y tener que hacerse cargo de todas las creencias de las personas del equipo. Existen tanto mundos internos como personas en las oficinas (y si consideramos las combinaciones posibles entre personas, tenemos muchas más).
Cuando los líderes no entienden (aspecto racional) y no comprenden (aspecto emocional) lo que le pasa a las personas, lo que sienten o piensan, definitivamente están dejando en el tarro de la basura el 70% de su gestión en manos de creencias y por supuesto, juicios, que nos impiden avanzar en beneficio de una cultura próspera.
Si sabemos que el ambiente laboral y el desempeño de las personas dependen en general de un 70% del estilo de liderazgo entonces, precisamente, trabajar en beneficio de construir una creencia colectiva única que nos permita avanzar en un ambiente laboral próspero y habilitante de relaciones significativas será quizás el principal desafío del liderazgo.
Por esto la relevancia de cuidar la conducta diaria respecto a las declaraciones que hemos hecho. Si yo como líder tengo conciencia de que ese 70 por ciento es posible de gestionar por mi, podré ayudar a construir espacios laborales donde las creencias y expectativas de las personas vayan sintonizando mejor con lo que la empresa y sus directivos quieren (y por supuesto también han declarado). Se habla del contrato psicológico; yo hablo de rayar la cancha en forma clara, sincera y oportuna.
La cultura todos los días desayuna la estrategia como dice Drucker. Si tenemos conciencia y claridad que la estrategia funciona en base a las reglas y condicionantes dadas por nuestro estilo cultural entonces podremos comprender y entender que efectivamente las personas funcionamos desde nuestras creencias, valores y sobre todo gracias a las relaciones que establecemos con los demás.
El desempeño y excelencia que podamos tener en nuestro trabajo es la expresión técnica y conductual de nuestra forma de “ver” y relacionarnos con el mundo. Si nuestras creencias personales sintonizan con la expresión concreta de la declaración que la empresa ha hecho para invitarme a ser parte de la tribu, podremos entonces considerar que estamos construyendo una conciencia colectiva que nos ayudará a tener una empresa más conectada y trabajadores por ende, también más comprometidos. Estamos consolidando nuestra cultura.
Una cultura que en Beside® proponemos se reconozca como una cultura próspera, es decir, aquella en la que todos sientan que son parte de un Propósito y se sientan libres de ser ellos mismos, dejando cualquier prejuicio de lado, reconociendo la verdadera identidad del otro a través de un liderazgo consciente.
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