(Reflexión de nuestro consultor asociado Francisco Monsalve Gallardo)

Quise comenzar con un título que pretende ser provocador (cada lector podrá juzgar cuánto lo es para sí mismo o no) por cuanto en cada minuto de nuestra vida tomamos decisiones para coordinar acciones con otros o con nosotros mismos y muchas de las veces consideramos que las decisiones que tomamos no fueron adecuadas dados los resultados obtenidos. Cuando eso sucede abordamos dos caminos explicativos, culparnos por no tomar buenas decisiones o no haber estado lo suficientemente atentos, o bien, culpar a otros por no haber hecho lo que debían hacer en tales circunstancias o no haber seguido al pie de la letra las indicaciones. 

Lo anterior es aplicable a cualquier ámbito de la vida: personal, familiar, social o laboral. Es en este último ámbito en el cual quisiera ahondar un poco más ya que las decisiones que tomamos cuando tenemos un rol de jefatura, liderazgo o de algún grado de responsabilidad al interior de la organización, pueden tener implicancias importantes para el resto de las personas, para el negocio y para nosotros mismos. 

¿Cuán conscientes somos de nuestros Sesgos Cognitivos? ¿Sabemos qué son?.

Comencemos respondiendo la segunda pregunta para que al final del artículo estemos más preparados de responder la primera. Desde la sicología cognitiva, Daniel Kahneman y Amos Tversky (1972) lo definen como ”una interpretación errónea sistemática de la información disponible que ejerce influencia en la manera de procesar los pensamientos, emitir juicios y tomar decisiones”. ¿Qué significa esto en la práctica? Como lo plantea Kahneman en su libro Pensar Rápido, Pensar Despacio (Ed. Debolsillo, 2014,1ª Edición) nuestro sistema de pensamiento está dividido en 2 sistemas: el sistema 1 que es rápido, intuitivo y sin ningún esquema de pensamiento, es lo primero que se nos viene a la mente, y el sistema 2 que tiene un completo trabajo de análisis, observación, deducción y supervisión del sistema 1. Dado lo anterior, dependiendo de la situación en que nos encontremos, el estado emocional, tensional, el juicio de las implicancias de los resultados así como el tiempo que tenemos para tomar la decisión, operará un sistema sobre el otro. En otras palabras, nuestra percepción y análisis del entorno se ve modulada por nuestra biología y aprendizaje. O sea, ¿las decisiones que tomamos No son objetivas? En palabras del Dr. Humberto Maturana, no tenemos forma de acceder a una “realidad objetiva” (objetividad entre paréntesis le llamaba). Esto que para algunas personas puede ser de una clara obviedad, en la práctica muchas veces es obviado por operar en “piloto automático”. De hecho esta forma de actuar y tomar decisiones es biológicamente necesaria para economizar energía ya que sería imposible estar en todo momento operando bajo el sistema 2, sino haga la prueba de caminar de manera consciente en cada paso que da, pensando en qué pierna mover primero y después, el lugar donde pone los pies, los movimientos de los brazos y cruzar la calle sin morir en el intento. 

Volvamos a la pregunta de qué son los sesgos cognitivos. Desde la neurociencia se plantea que los sesgos cognitivos corresponden a aquellos paradigmas, predisposiciones o modelos mentales que condicionan nuestra manera de interpretar el entorno e influyen en nuestro proceso de toma de decisiones. Es decir, nuestras experiencias anteriores influyen directamente en las decisiones futuras, así como también nuestra capacidad de aprendizaje o desaprendizaje. 

En los tiempos actuales donde la incertidumbre está siendo una constante, la capacidad de desaprender o desapegarnos de nuestras viejas rutinas para reemplazarlas por unas más apropiadas puede ser un factor clave en los resultados del negocio, proyecto o gestión de los equipos. 

¿Cuáles son los sesgos cognitivos? Desde la sicología de la conducta se han estudiado estos modelos mentales agrupándolos en una serie de categorías como las que presento a continuación:

Sesgo de Confirmación: Es la tendencia a buscar, propiciar, interpretar o recordar información de manera que confirma algo que ya hemos decidido previamente, o que favorece creencias y suposiciones muy arraigadas.  Por ejemplo, cuando hemos optado por una opción, decisión o alternativa, tendemos a buscar o filtrar la información que la respalda.

Sesgo de Primera Impresión o Efecto Halo: Dado este sesgo existe el dicho de “no existe una segunda oportunidad para dar una primera buena impresión”, que se refiere a que el primer contacto personal, la primera intervención en público o los primeros resultados generados al asumir un cargo tienen mucho más peso e importancia en la imagen de las demás personas que las siguientes acciones que realicemos. Un corolario de este sesgo es por ejemplo que podríamos tomar una mala decisión de contratación si nos dejamos llevar sólo por la impresión obtenida en la entrevista personal.

Sesgo de Resistencia Reactiva: Consiste en el deseo de hacer lo contrario de lo que alguien nos solicita o aconseja cuando percibimos una amenaza en ello o a la propia libertad de elección. Un ejemplo clásico es cuando en una discusión

mantenemos nuestra posición aún si nos damos cuenta que estamos equivocados si sentimos que en ello se produce un acto de obediencia frente a nuestra contraparte.

Sesgo de Status Quo: corresponde a tomar decisiones que reafirmen la condición actual si percibimos que está todo bien, infravalorando la información que muestra que el entorno o el cambio en él producirá impactos negativos. Un problema típico en las organizaciones que han tenido un pasado exitoso es su dificultad de cambio en su estrategia, procesos o modelos de gestión ya que asignan un mayor valor a su historia. En los tiempos actuales de constante cambio esto corresponde a un serio problema a abordar.

Sesgo de negatividad: corresponde a prestas más atención a experiencias o resultados negativos por sobre la evidencia que existe de factores, experiencias o resultados positivos. Esto se manifiesta por ejemplo en los procesos de retroalimentación o feedback a los miembros de los equipos cuando ponemos más atención a modificar las conductas o los resultados erróneos por sobre el reforzamiento de las conductas o resultados positivos para no ser tan “blandos”. Por ejemplo si en una presentación frente a un público sentimos que nos fue bien por los comentarios recibidos de las personas y al final nuestro jefe nos hace una observación de mejora, ¿con qué sensación nos quedamos, nos fue bien o mal?.

Sesgo de Observación Selectiva: es poner atención más a aquello sobre lo cual nos hemos fijado una expectativa y desatendemos el resto de la información. Por ejemplo, si nos compramos un auto de un determinado modelo, color y marca comenzamos a verlo por todas partes como validando que hemos tomado la decisión correcta.

Sesgo de anclaje: corresponde a centrarnos casi exclusivamente en la primera información recibida para tomar una decisión, desestimando otras posibles alternativas que pueden ser analizadas de manera más racional. Por ejemplo cuando escuchamos aquello que queremos oír dejamos de prestar atención o escuchar lo que sigue aun cuando sea mejor que lo anterior.

Disponibilidad Heurística: parecido al anterior, frente a una situación le damos validez a la primera información que llega a nuestra mente. Corresponde a un atajo mental que le otorga más valor y credibilidad dado que es más fácil de recordar. Por ejemplo, no importa la opinión que tengas sobre el cambio climático, cuando hace calor el responsable es el calentamiento global. En el entorno laboral sería por ejemplo responsabilizar por malos resultados a una determinada persona o área ya que esa es la impresión que se nos fijó en la mente, independiente que sea o no correcto.

Ahora que ya sabemos qué son los Sesgos Cognitivos, cuáles son y su impacto en la toma de decisiones, estamos más preparados para responder la segunda pregunta ¿Cuán consciente somos de nuestros Sesgos Cognitivos? Espero que el presente artículo les provea información que les permita estar más conscientes al momento de tomar decisiones para evitar su impacto en la obtención de los resultados deseados, sabiendo que no es posible eliminarlos del todo. 

Por último, les dejo la pregunta del título ¿tomamos decisiones o las decisiones nos toman? Queda abierto el debate.

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